El almacenamiento de la madera es una norma fundamental para la buena conservación de esta.
Conviene poner en práctica una serie de recomendaciones para evitar que la madera se curve, se estropee o adquiera un tono azulado debido a la exposición al sol. Cuando la madera aún está húmeda o recién cortada, es recomendable secarla en un ambiente exterior o en un local abierto.
En cuanto a la superficie sobre la que se debe apoyar, ha de ser lisa, aunque la madera no debe depositarse directamente sobre el suelo, sino encima de listones que permitan la circulación del aire para que ésta «respire».
Asimismo, hay que protegerla del sol, ya que puede variar su color y causar la aparición de grietas. Si se apila madera de diferentes especies, cada especie ha de agruparse en la misma capa Si por el contrario la madera está seca, conviene almacenarla en un lugar cerrado, pero ventilado. En este sentido, una opción es colocar también listones entre las diferentes tablas de madera para facilitar el paso del aire y evitar temperaturas extremas o la acumulación de humedad. Otra opción es apilar diferentes tipos de madera, de distintas especies y grosores.
En este caso, hay que apilar la madera por capas y, en cada capa, depositar madera del mismo grosor, longitud y especie. No es conveniente mezclar. Es fácil que los tablones se contraigan, dilaten o comben cuando no se almacenan en las debidas condiciones, por lo que no conviene correr riesgos.
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